30 octubre 2007

Desde la ventana 02

"La piel de mis brazos se eriza en cuanto me apoyo sobre el mármol del alféizar, evidenciando la diferencia entre estar leyendo en el sofá, tapado con una manta de Ikea, y fumar un cigarrillo a la una y veinte de la madrugada. Me gusta esa sensación, de todas formas.
Los coches forman una fila curva junto a las aceras, sobre el asfalto mojado por los servicios de limpieza municipales (buena forma de gastar agua, se me ocurre), con la luz anaranjada de las farolas rebotando sobre la carrocería metalizada. Esa misma luz le otorga cierto tono irreal al familiar paisaje que se ve desde la ventana. Siempre me ha llamado la atención, lo diferente que puede ser un mismo lugar en función de si es de día o de noche. Desde que oscurece, y más aún cuando no hay nadie en la calle, todo parece distinto, ajeno y subversivo, como sacado de una mala película de serie negra.
Cuando la canción que escucho en el iPod termina me doy cuenta de que hay un relativo silencio en la calle, exceptuando el ronroneo de un aparato de aire acondicionado, o algo así, que no sé de dónde proviene (creo que es algo que nunca averiguaré). En el edificio de en frente hay sólo un par de luces encendidas que se distinguen detrás de las persianas o las cortinas. El cristal de otra ventana refleja lo que pasa en la farmacia que hay al lado de mi portal; una mujer (quizá una chica, no podría decir qué edad tiene) baja y delgada se mueve de un lado para otro con la bata blanca puesta. Creo que es morena y lleva gafas.
El eco de unos tacones al final de la calle me obliga a centrar la atención en una pareja que camina rápido cuesta arriba. Él, alto y ancho de hombros, con el pelo encanecido y un abrigo largo de color oscuro; ella sólo un poco más baja, de melena rubio teñido poco más debajo de los hombros y enfundada en una gabardina blanca. Agudizo el oído, tratando de escuchar lo que están diciendo. Pese a que no se han parado gesticulan mucho, se señalan y ella cruza los brazos. Capto muy pocas palabras (“tú, ayer, por qué, importa, tonterías”…), pero conforme llegan a estar justo en frente de mí empiezo a hilar una pequeña historia, según interpreto la forma en que hablan, se miran y caminan: Él se ha enfadado porque no quería haber ido a aquella cena con los amigos de ella, ella le recrimina su falta de atención y las fiestas con sus amigos del trabajo. Me doy cuenta de que ya casi se están escapando de mi vista, el pequeño teatro que se había improvisado en mi imaginación se deshace y me centro en no hacer ruido al cerrar la ventana. Se me ocurre lo difícil que es analizar o entender algo que no se ha vivido en primera persona mientras camino a oscuras por el pasillo, el hecho de poder comprender una situación pese a que nunca haya vivido algo parecido. Sin quererlo, concibo mucho de lo que percibo a través de asociaciones inexplicables de información de todo tipo, sin contar en absoluto con ninguna experiencia concreta, simplemente uniendo trozos de cosas que he visto, leído o escuchado. Me vuelvo a tumbar en el sofá y todo esto se ha convertido en un pensamiento inútil, en una paranoia sin sentido ni importancia."

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Mmmm..., me gusta...El principio me encanta. Es muy interesante. A mi me encantaría de vez en cuando entrar en la mente de algunas personas, en sus vidas, durante un instante; quizás solo para intentar entender...algo. Una de esas cabezas es la tuya, aunque no lo haría, ni siquiera si tuviera, de alguna manera, o por alguna suerte de magia, la oportunidad.
JewelBox

Anónimo dijo...

Error: de melena rubia teñida, o de melena de color rubio teñido, pero no como lo escribiste.

PD: Sí, tengo envidia.

Alfredo M. Pacheco dijo...

Un nuevo retazo con ese estilo que te caracteriza para narrar lo cotidiano. El eterno cigarrillo formando parte de la narración, y esa afición del escritor a crear una historia de cada fragmento que observa. Quizá al protagonista le parezca difícil analizar una situación que no ha vivido. En otros casos, son esas experiencias vicarias las que enriquecen la propia.

Anónimo dijo...

Bueno, al final me rindo a ti! Eres muy bueno y me encanta todo lo que escribes, sobre todo estos retazos que en apariencia son tan simples pero que en el fondo esconden muchas grandes historias secundarias...
Ahí tienes lo que querías, por fin me lo has sacado!
Muchos besos, sigue escribiendo y dejándonos disfrutar, imaginar y vivir con tus relatos!!!

F.V.M. dijo...

me encanta me resulta tremendamente familiar(yo x las noches hago lo mismo solo que en mi valcon en lugar de en la ventana)si tu qieres puedes agregarme a motley_crue_drfeelgood@...

Anónimo dijo...

Ser psicólogo no ye algo fácil.


Saludos, compadre.

Fonso.

Anónimo dijo...

hola. he leido los comentarios....y me uno a algunos... me llamo Rebeca, y bueno, solo queria felicitarte por tu manera de relatar... me he traslado a tu ventana desde que lei la primera frase... es curioso cómo he llegado hasta este foro...he de admitir que a veces, cuando me topo con un blog desconocido, leo algunas cosas, y, algo parecido a lo que dices tu, uno los detalles, las formas, los colores, las frases de ayuda, la manera en que cada uno se reafirma....... y lo uno todo...itento (intento no, me viene solo) encauzarlo de forma lógica, y aparecen en mi mente vidas o "maquinarias" por asi definir lo que podria llamar tambien "estructuras de maneras de pensar o columnas de la mente"....y eme hago mi propia "historia"

wo! como me estoy liando!!!! retomando uno de los temas que he dejado en este """comentario""", que ha sido una tremenda casualidad haber llegado hasta aqui, que me ha servido para inspirarme....que nada, que gracias y que un saludo. no dejes nnca de escribir


saludos!!!!

Rebeca